Hace poco más de 4 años y 5 meses, Diego Armando Maradona visitaba el estadio del Olympiakos para los festejos de aquel equipo tras conseguir de manera consecutiva la Liga y la Copa de 2005 y 2006.
Alrededor de 33.000 fanáticos de aquel equipo y del fútbol, se juntaron en el Georgios Karaiskakis de la ciudad de Pireo.
Diego realizó pases con la figura del conjunto griego de ese tiempo, el brasilero Rivaldo, que estuvo en el Olympiakos de 2004 a 2007. Y luego arrojó pelotas a la tribuna.
Diego había visitado al club griego un año antes. En aquel 2005 lo habían nombrado socio honorario y dejó frases para el recuerdo como “Fui recibido en Grecia con mucho entusiasmo. ¡Viva Grecia! ¡Viva el Olympiakos!”.
Y agregó: “Como todo ser humano, cometí muchos errores. Maradona, o cualquier otro futbolista, no es un ídolo. Lo que cuenta es la familia”. Y, a la pregunta de si el mejor futbolista había sido él o el brasileño Pelé, el ex capitán argentino de la selección durante el Mundial de 1986 respondió con ingenio: “Mi mamá me dijo que soy yo”.
Además había anticipado durante esa primera visita que iba a continuar con su tratamiento a las drogas en Cuba y había anticipado que luego de recuperarse quería "trabajar".
Es impresionante el cambio, en cuanto a la figura, del argentino comparando la primera y la segunda visita. En 2005, un Maradona con pelo largo con rulos y excedido de peso. Un año después, luego del by-pass gástrico realizado durante ese período, un Diego flaco, con pelo corto y prolijo, vestido con la camiseta del Olympiakos, espera en el vestuario antes de salir a la cancha, pita un habano y habla con su amigo y acompañante Alejandro Mancuso.
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